A partir de un pedazo de calzoncillo
prehistórico de no más de pulgada y media, perteneciente sin lugar a dudas a un
Hombre de Urmss (por la ubicación del yacimiento
arqueológico en Vera de Moncayo) y tras aplicarle la prueba del Bicarbonato 14
a las células fosilizadas del excremento alojado en él, de considerable tamaño
y espesor, el profesor WW quedó sorprendido por el gran volumen de
radioactividad que emanaba, superior en varias decenas de Rems a la arrojada
por la central de Chernobyl tras el accidente, y tras
una costosa investigación mediante el impregnado de las heces con la tecnología
más avanzada, averiguó cual era el tipo de comidas que provocaban semejante
descalabro, así como otros datos de infinito interés científico como el color
del pelo, su peso, el tamaño del pene y la marca de sus zapatillas, llegando a
terribles conclusiones: algo había cambiado en los biomecanismos
del Urmss tras los últimos 600.000 años. El
Bicarbonato 14 no engaña y hábilmente manejado por el Dr. WW confirmó la hipótesis
que éste había enunciado años atrás: la desmedida obsesión del Urmss por los objetos con forma de porrón y bota, formas
ambas encontradas a millares en el yacimiento de Vera de Moncayo, en sus
construcciones y templos (arquitectura porronal),
monolitos, urnas funerarias, manifestaciones artísticas y todo tipo de objetos,
se debe a algún tipo de disfunción hereditaria, un cromosoma desconocido que ya
Mendel atisbaba sin conseguir descifrarlo.
Asimismo, a partir de un pelo
retorcido encontrado en este mismo fragmento de tela de incalculable valor
biológico, el Dr. WW halla el eslabón perdido. Lo que en principio parecía un
pelo de cojonera vulgar, sin mayor interés que el meramente sexual, tras su
análisis al láser, revela haber contenido un alto porcentaje de vino rancio y
excipiente E-220 similar al de los pelos del rodezno, mitológico mamífero de la
época (fig.2) con el que convivía el Urmss y al que
profesaba gran afecto y veneración. Pero más interesante, si cabe, es observar
que dicha composición química es la misma que hallamos en los vasos sanguíneos
de otro animal mucho más antiguo: el pez tocino *, habitante del mar de los Monegros millones de años antes de la cuarta glaciación y
el vestigio más antiguo que se conoce de vida en la zona (aparte de algún
insignificante protozoo de las lagunas endorréicas monegrinas).
* N.R. El pez-tocino (barbus groser) es el antepasado directo del gorrino actual, base de la dieta del indio monegro, que los pescaba a hostias al no haber descubierto el anzuelo, los dejaba secar al sol y los fagocitaba crudos, ya que no conocía el fuego. Con la retirada del mar de las playas monegrinas y la desaparición de este animal, desapareció también el indio monegro, incapaz de sobrevivir a nada ni evolucionar, al tener la inteligencia atrofiada (cerebro de un solo bit) y ser una cultura eminentemente marinera. El hombre de Ohims acabó con los pocos indios monegros que quedaron vagueando por el desierto en busca de charcas con peces-tocino.
EL
INSTINTO DE SUPERBEBENCIA - pág. 2/6
PATRAS (pag.1) / PALANTE (pag.3)